Antonio Almonte, director de la Comisión de Energía del Partido
Revolucionario Dominicano (PRD) consideró que una falla fundamental
de la capitalización del sector eléctrico del país fue el de vender
o privatizar los activos de generación y distribución de la
Corporación Dominicana de Electricidad (CDE) sin contar, en ese
momento, con una ley específica para la organización y regulación del
nuevo mercado eléctrico.
La capitalización dominicana del sector aquí se hizo al revés, dijo.
Desde 1980 al 2000 se realizaron decenas de reformas para la
privatización del sector eléctrico en América Latina, y en todos,
excepto en la República Dominicana, lo primero que se hizo fue
aprobar una ley de electricidad, y luego se creó un órgano regulador y
después, como paso final, se procedía a la venta de las empresas
eléctricas al sector privado, narró Almonte.
“En consecuencia, al no existir (en este proceso) una ley y una
regulación adecuada, las empresas capitalizadas (EGE-Haina, Itabo, Aes
y Unión Fenosa) entraron al negocio amparadas en contratos leoninos,
avalados por la Comisión de Reforma de la Empresa Pública (CREP) y
asumieron pronto posiciones de fuerza y sin restricciones jurídico-
regulatorias claras”.
En su opinión, esa situación fue lo que dio origen a que luego de las
inversiones iniciales de la capitalización, el mercado eléctrico
dominicano dejó de ser atractivo para nuevas inversiones en
generación, y las propias empresas que manejaban distribuidoras (AES
y Unión Fenosa) se dejaron quebrar antes que invertir.
“La reforma eléctrica del 1999 nació sin institucionalidad específica
y sin ninguna transparencia en los mecanismos de asignación de
precios, tarifas y participación en el mercado spot”, dijo.
Ese nuevo mercado desarrolló temprano una dinámica de alto riesgo para
realizar inversiones de centenares de millones de dólares sin
garantías jurídico-regulatorias concretas, excepto la aprobación de
contratos soberanos que obligan al gobierno a pagar siempre, como
sucede con la generadora Cogentrix, sostuvo.
En opinión de Almonte, este aspecto y la falta de institucionalidad
del sector, ha sido subestimado en el debate sobre el sector eléctrico
dominicano.
“Sin embargo, es un punto crucial, porque es la institucionalidad
regulatoria lo que garantiza que un mercado eléctrico privatizado
pueda atraer, de manera sostenida y autónoma, inversiones grandes y
frecuentes de nuevos capitales”, sostiene Amonte en declaraciones
escritas dadas a este diario.
Zoom
A revés
La capitalización del sector se hizo en el 1999 y la Ley General de
Electricidad se aprobó en el 2001, destaca Almonte.
Única
“La única forma de garantizar que funcione adecuadamente un mercado
eléctrico privatizado es con una fuerte y transparente regulación
jurídica y económica por parte de órganos públicos”.
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