Recientemente el país recibió la visita de Gina Montiel, gerente general del Banco Interamericano de Desarrollo para Centro América, República Dominicana y México. En su rueda de prensa de despedida, expresó su preocupación porque el proceso electoral contribuya a relajar el control de las finanzas públicas, lo que se traduciría en una profundización de la inflación que nos perjudica a todos.

Evidentemente que en los procesos electorales los partidos políticos en el poder hacen toda clase de chapucería para tratar de conservarlo. Dentro de estas chapucerías se incluyen un relajamiento del gasto público  que al final de cuentas resquebrajan los avances logrados en materia de estabilidad macroeconómica.  Conocedora de lo que en términos de finanzas publicas pasó aquí en el año 2008 y en el 2010, la Sra. Montiel advierte al PLD que no someta de nuevo al pueblo dominicano a experiencias tan traumáticas.

De hecho, en la nota de prensa del FMI anunciando la entrega de los US$348 millones del tramo final del acuerdo Stand By vigente, también advierte sobre los peligros de ahondar el desbalance fiscal. Mediante esta nota el FMI tuvo la delicadeza de informar a la nación que el gobierno no cumplió con los topes fiscales a diciembre de 2010 y a marzo de 2011. Aunque no dijo nada respecto al aumento del tope al déficit fiscal de este año, de RD$33,548 millones a RD$41,724 millones. Esperemos a ver que dirá sobre las pretensiones de colocar 250 millones de dólares adicionales en bonos soberanos, que correspondían al presupuesto del año 2010.  

Pero las amenazas a la estabilidad fiscal están latentes. El PLD se había hecho la idea de que la población les había otorgado una patente de corso para hacer y deshacer cuanto les viniera en gana, empezando por despilfarrar los fondos públicos de una manera alegre y apropiarse de ellos. La falta de inversión en las áreas prioritarias para la gente ha provocado un disgusto generalizado y el resurgir del PRD y su candidato Hipólito Mejía.  El pánico se ha apoderado del PLD, su candidato Danilo Medina y los enemigos tradicionales del PRD.

Los estrategas del PLD consideran que para bajar a Hipólito Mejía de un 60 por ciento de las preferencias electorales en que se encuentra será necesario hacer uso de todas las malas artes a su disposición. Por eso en esta oportunidad los vestigios de campaña sucia en contra de Hipólito Mejía comienzan mucho antes del inicio del proceso electoral. Sabemos que la pelea es peleando como sugiere el grito de guerra de Euclides Gutiérrez Félix. No hay dudas de que una de las armas será tirar el presupuesto por la ventana. Sin embargo, el interés de la nación debiera estar por encima de los intereses particulares de los candidatos y de los partidos.

A los dominicanos nos ha costado muchos sacrificios la relativa estabilidad macroeconómica. Estamos comprometidos con su preservación más allá del 20 de mayo del 2012. Nos preocupa que con tanto tiempo de antelación se esté hablando de políticas públicas acomodaticias con el único propósito de tratar de favorecer al candidato del PLD. Si el primero en mandar la señal de fiesta es el Banco Central (BC), que podemos esperar del lado de quienes tienen en sus manos la gestión de las finanzas públicas. El BC ha sido el contrapeso a los excesos del gasto público. Ojalá conserve esta condición en medio del proceso electoral.

El comportamiento hacia arriba de las tasas de interés en el presente año es la respuesta racional a las restricciones de la oferta monetaria del BC para hacer frente a la galopante inflación. Por igual, responden al impuesto del 1.0 por ciento al total de los activos productivos implantado por el paquetazo fiscal. Anunciar que se liberarán recursos vía la flexibilización de la reservas de encaje legal, no obstante las proyecciones de inflación por encima de las metas establecidas en el Programa Monetario del BC, no es más que un llamado al gobierno de que acelere el dispendio del de los fondos públicos. 

Julio Enrique Caminero

Todos estamos al día de la campaña en marcha sobre el 4% del producto interior bruto (PIB) para el gasto educativo.

Asimismo, todos estamos al día de las posiciones de cada quién sobre el tema educativo, en especial del gobierno y de los partidos políticos .

Sin embargo, creo que no todos entendemos la gravedad de la educación en la República Dominicana.

No es posible lograr crecimiento económico y desarrollo sin educar a la población, sin alcanzar una media nacional de escolaridad por encima del promedio de las naciones en iguales condiciones que República Dominicana. O para ser más preciso, si el país no alcanza la meta de situarse en el  mediano plazo en el octavo grado como media nacional educativa, el destino nacional marcha hacia la disolución.

Como dominicano entiendo la dificultad de la convivencia social, en privado o en la calle, que cada día se observa a nivel nacional. El muy bajo nivel de educación induce a la ausencia de una convivencia social aceptable. Se nota conduciendo un vehículo en cualquier lado del país o con ponerse a observar las inconductas de quienes conducen.

Es más, se nota hasta cuando la AMET se transforma en auxiliar de las inconductas de los choferes de autobuses y minibuses, de vehículos pesados. Frente a las muy graves infracciones esos AMET no saben qué hacer o cómo actuar.

Claro, el objetivo de esta entrega es la gravedad de la educación dominicana. Me interesé en mediarla cuando la semana que recién concluye me llamó la atención el dato de los estudiantes de octavo grado que asisten a las pruebas nacionales.

La noticia reveló que 179 mil estudiantes (algo más, pero sin llegar a los 180 mil) concurrían a las pruebas nacionales de octavo grado. Duré varios días pensando dónde encontrar datos de los estudiantes matriculados en los dos sistemas, el público y el privado.

Aunque no actualizada, pero entrando a la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) pude encontrar las informaciones que sirvieron para alimentar mi alarma.

A las pruebas nacionales de octavo grado asistió el 10.56% de los estudiantes que se registraron en programa escolar 2009/10, en el llamado nivel básico.

Si en el 2010 teníamos 9.8 millones de habitantes y el 94.0 % de esa población estaba por debajo de los 64 años de edad, es para que suenen las alarmas. De acuerdo a la ONE, entre las edades de 0-15 años estaba el  31.48 % de la población, es decir, 3, 085,040 personas, pero sucede que  en el año escolar 2009/10 estaban registrados en los niveles  Inicial Formal y Básica a penas 1, 936,161 estudiantes.

Como no puedo precisar la estructura de edad de 0-15 años, basta con decir que ahí hay fuera de las aulas 1,148,879 niños.

En un dramático escenario como el anterior, es burlón, irresponsable y, cierta medida, criminal hablar en este país de una “sociedad de la información”. No es posible esa sociedad con la exclusión de tantos niños de lo que posibilitaría acceder a la información: un mínimo medio de educación.

Algo hay que hacer en materia educativa. Hay muchas ideas, pero la educación es un problema de darla, no se puede solo proclamar.

No bastan recursos, hay que acortar ciclos y llevar a las aulas a los desertores, con programas cortos (respecto al ciclo formal) y educarlos en matemáticas y en lenguaje, durante tres años, tras los cuales quedarían aptos para ingresar a una educación técnico-profesional que los habilite como bachilleres, para el caso de que los desertores lo hicieron sin concluir el sexto grado. Y un ciclo de año para quienes desertaron cuando concluyeron el sexto grado.

Además, todos los liceos públicos deben ser llevados a politécnicos con lo cual se acortaría el ciclo laboral de miles de jóvenes que tiene necesidades y que no pueden esperarlas de sus padres.

Una reacción social  nacional se impone, sin dilación.

Felix Calvo.-