8 julio 2012
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| Un 5 de julio diferente Yvelisse Prats Ramírez De Pérez* |  |
| EN PLURAL  El pasado miércoles me asaltó una persistente taquicardia. Fui al médico, un cardiólogo que cuida de mi corazón anatómico, y del otro que llamo “corazón no víscera”, el emocional, porque es excelente clínico y amigo entrañable. Me reviso. Descarto que mi malestar fuera grave y diagnostico: “el estrés te ha puesto el corazón a galope, lo veía venir con la crisis del PRD y lo involucrada que estás”. Para procurar que me desconecte un poco, el querido doctor me impuso, pese a mis protestas, descanso absoluto por 4 ó 5 días. Como el plazo abarcó el 5 de julio, estuve ausente de los actos con los que mi PRD conmemoró la fecha noble. Con el vestido blanco planchado, y el ánimo triste me quedé en casa. No puedo, empero, ausentarme del tema del día. A hurtadillas escribo En Plural algunas de las emociones que afloran en el silencio de la calmada habitación. La primera reacción es de impotente tristeza. Aquí estoy, ¡ay! Mientras mis compañeros/as van a misa en la emblemática Iglesia Las Mercedes, y elevan la dignidad del PRD en las ofrendas del honor y el recuerdo. Los imagino desfilando ante el busto de Peña Gómez, obviando las cadenas de la ignominia que impiden entrar a nuestra Casa Nacional, a los que tenemos oficinas y funciones en ella. El rumiar de esta pena, me lleva a otros pensamientos colectivos; maestra como soy, a algunas conclusiones y propuestas. Compartir nuestro orgullo por la fecha, y sus consecuencias es de rigor. El valor de los tres “mosqueteros” Miolán, Silfa y Castillo, desafiando las furias a 35 días del ajusticiamiento de Trujillo, es deslumbrador. Debe analizarse y exaltarse en textos de historia patria, y clases de educación ciudadana, para que todos/as los/as jóvenes dominicanos/as, no solo perredeístas, compartan con nosotros una oleada de admiración fervorosa hacia aquellos tres llegaron a empujar puertas para que entraran las libertades. Por ese rendido respeto sigo reclamando que se declare y celebre el 5 de julio como el Día de la Democracia Dominicana. Aunque es bueno para mi vanidad perredeísta celebrar solamente “entre pares”, la dimensión de la fecha obliga a percibirla como efeméride patria. La llegada del PRD no fue aventura para conquistar el poder. Sus fines eran, leamos sus documentos fundacionales, recordemos las pláticas de don Juan, crear condiciones para que el pueblo se educara y se organizara, y construir la democracia entre todos, como puntualizara Haya de la Torre. El proceso se interrumpió con el derrocamiento de Bosch. La semilla no murió, fructificó en la Revolución de Abril, reverdeció en las luchas contra los desmanes del balaguerismo; y porfía ahora, en la denuncia y la demanda, también en la esperanza, para que la democracia se asuma y se practique como la soñó Bosch y la diseñó Peña Gómez en el Gobierno Compartido. Creo, lo compruebo en los jóvenes con los que comparto a diario, que en el país hay demócratas para construir esa democracia. Pero algunos signos recientes me preocupan, y me obligan a expresar un deseo, más bien un alerta. Todos/as los/as buenos/as dominicanos/as que creen todavía en la validez de los principios y las legitimidades, deben ponderar como responsabilidad propia contribuir, aclarar y resolver la problemática actual del Partido Revolucionario Dominicano. Lo que acaece no es enfrentamiento entre “facciones” o grupos, como se insiste en presentar en los medios de comunicación, es una insurrección de pocos frente a la autoridad de los organismos, apoyados por una mayoría aplastante de los/as militantes. La sentencia de un Tribunal, por “alta corte” que sea, no puede atropellar la potestad constitucional de asociarse ni mucho menos abolir artículos de nuestra propia Ley Sustantiva, que es el Estatuto del PRD. Somos una realidad tangible; tenemos una identidad y una legitimidad indiscutible; y nuestro país, endeudado, asustado, confuso, nos necesita para defenderlo frente a un gobierno que controla poderes y fortunas. En el punto de inflexión donde se definen y diferencian democracia y dictaduras, el PRD y el pueblo tienen que estar. Las flores que se depositaron en el busto de Peña Gómez, pese al oprobio de unas cadenas que niegan las libertades que anunció el 5 de julio de 1961, representan nuestros deseos de unidad perredeísta. La unidad repito, se logra alrededor de los principios, en el respeto a la mayoría, en la práctica severa y valiente de la ética política. En el día de la democracia dominicana y desde mi forzado reposo, deposito como ofrenda esta pequeña flor de perseverante perredeísmo. | |
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