Leonel Fernández y el Fin de la Historia Dominicana 3 de 3 Tirso Mejía-Ricart | |
En 1978 la historia dominicana dio un gran viraje con el triunfo del PRD, cuyas causas fueron las siguientes: El crecimiento de la población urbana, las clases medias, obreros y pacificación al final de los Doce Años, estimularon la democratización de la vida pública. La Presidencia de Jimmy Carter en Norteamérica, quien apoyó los derechos humanos y retiró el apoyo de ese país a la represión balaguerista. El mantenimiento del PRD como la gran opción política, pese a la represión y la renuncia de su líder Juan Bosch para fundar el PLD en 1973. El nuevo líder Peña Gómez, dinamizó la oposición a Balaguer, la internacionalizó con los dominicanos y políticos liberales de Estados Unidos, y afilió al PRD a la Internacional Socialista. El sector militar encabezado por Enrique Pérez y Pérez, hegemónico en 1975, presentó renuncia para obligar a Balaguer a revocar la designación de su rival Neit Nivar como jefe de la Policía Nacional, pero éste lo mantuvo con firmeza y habilidad, fortaleciendo así el poder civil. Surgió un empresariado joven y un sector de la jerarquía eclesiástica más liberales, que abandonaron el anticomunismo irracional de años anteriores, apoyando una apertura que cesara la represión y corrupción de quienes usufructuaban el poder. Los gobiernos de Guzmán y Jorge Blanco liberalizaron el país, incrementaron los salarios y favorecieron la educación, pero siguieron lineamientos económicos tradicionales y no trataron de modificar la legislación ultracentralista y antidemocrática del 1966. El retorno de Balaguer en 1986 fue el producto de las rivalidades dentro del PRD y los ajustes fondomonetaristas del gobierno Jorge Blanco que provocaron una “poblada” manejada torpemente, y las maniobras electorales del PRSC. Balaguer permaneció diez años en el poder, en los que no retomó las políticas represivas pasadas, pero renovó su autoritarismo y desbordó el equilibrio macroeconómico, emitiendo dinero inorgánico para obras, unas productivas y otras faraónicas, pero no pudieron superar al perredeismo unido en torno a Peña Gómez, por lo cual el PRSC recurrió a un fraude de exclusión masiva de votantes en 1994. La crisis política resultante fue resuelta con la reducción del nuevo periodo a solo dos años, la prohibición de la reelección presidencial, la independencia del poder judicial y la designación de una JCE apartidista. En 1996, el PLD, partido minoritario, con la ayuda de Balaguer y de las maniobras electorales de su gobierno, le abrió las puertas del poder a Leonel Fernández; lo que aprovechó éste para desmantelar al PRSC, y crearse una imagen de modernizador, no obstante sus escasas realizaciones políticas y materiales. Le siguió el gobierno de Hipólito Mejía, quien hizo un gobierno liberal, de apoyo a la descentralización y reformas sociales en la salud, la seguridad social y la educación; pero en lugar de impulsar la aprobación de un proyecto de Constitución democrática redactado por quien ésto escribe desde el CONARE, y consensuada con las principales fuerzas políticas y sociales, prefirió auspiciar unilateralmente una reelección que dividió al partido. Las quiebras bancarias del 2003 completaron las condiciones para este intento de imponer una versión dominicana del “Fin de la Historia”, versión Leonel Fernández. |