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9 mayo 2013 4 09 /05 /mayo /2013 23:11

Discurso pronunciado el 20 de julio de 1997 durante el 

mitin de recibimiento que le fuera tributado

 

pena.jpg

¡LEVANTEN LAS BANDERAS! 

Compañeros: 

Conmigo han venido parte de los médicos que se ocuparon por devolverme la 

estabilidad de mi salud: 

• El Doctor Alfredo Kaufmann, fundador del Hospital Clínica de Caracas, que viajó 

conmigo a los Estados Unidos, estuvo en la operación, y ha sido mi médico durante 

más de 10 años. 

• La Doctora Norma Pestano, que ha trabajado arduamente en la administración de 

tratamientos naturales; cubana, pero que quiere mucho a la República Dominicana. 

• Posiblemente el dominicano más distinguido de la ciudad de Nueva York, el Doctor 

Rafael Lantigua, jefe de consulta externa del Hospital Prebisteriano de la ciudad de 

Nueva York y actualmente designado el único latino catedrático de medicina de la 

Universidad 

de Columbia. ¡Un aplauso a ese extraordinario perredeísta! 

• Ahí está el Doctor Radhamés Rodríguez (Rodrigón). 

• El Doctor Frank Joseph Tomén, que estuvo también con nosotros. 

• Aquí está la esposa del Doctor Kaufmann. 

Ahora déjenme sólo con mi pueblo. 

Anoche recibí una llamada del Presidente Carlos Andrés Pérez. Me pidió que no me 

emocionara, que no improvisara, para que no me emocionara. 

Voy a comenzar a leer. 

— Señores miembros del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario 

Dominicano. 

— Señores dirigentes del Distrito Nacional, del Comité Municipal, del frente de 

masas, de regionales, del exterior. 

— Militantes y participantes del Partido Revolucionario Dominicano. 

— Dirigentes y militantes de los partidos hermanos del Acuerdo de Santo Domingo, 

del MIUCA, del PRI, del PSP. 

— Señor Donald Reid Cabral, presidente en funciones del Partido Reformista Social 

Cristiano. ¡Un aplauso para Donald Reid! 

— Señor Luis Ayala, Secretario General de la Internacional Socialista, que vino desde 

la lejana tierra de la India para estar con nosotros y volar ahora mismo rumbo al 

África. 

— Pueblo dominicano en general. 

— Médicos hermanos que me han acompañado. 

— Señoras y señores: 

Como un veterano capitán acostumbrado a navegar en medio de las tormentas y 

librar sobre el campo de batalla de los mares los más duros combates, he regresado 

a mi puerto cargado de fatigas, con el cuerpo y el alma salpicados de cicatrices,

después de completar la más difícil de mis travesías. 

Luchar contra esos amigos del Partido Reformista y contra el Presidente Balaguer 

durante 20 años.

¡Qué difícil es luchar durante 20 años con mi viejo maestro el profesor Juan Bosch! 

¡Qué difícil es! 

Pero luchar contra el cáncer, señores, ¡qué dificilísimo es! Y en la batalla contra ese flagelo, ni he perdido, ni he ganado. 

Estamos tablas. Ciertamente, acabo de desembarcar sobre la tierra que me vio nacer, a la que regreso para preparar a los próximos líderes de mi larga carrera de guerrero de la democracia, antes de emprender, más tarde o más temprano, el último viaje, haciendo provecho de la generosa prorrogación de la existencia que se me ha conferido como un favor inestimable de Dios. 

Los acontecimientos y sucesos que me han afectado, juntamente con mi partido, me han permitido comprobar el carácter pasajero del poder, la salud, la fuerza física y el resplandor fugaz de la gloria. 

¿Quién pudo imaginar, señores, que el líder que se dirigió al país desde este mismo lugar en medio de un delirio de muchedumbres en el cierre de campaña electoral pasada, lleno de vigor y a un paso de la victoria, porque contaba, y cuento, con la única mayoría verdadera que existe en este país, el destino le tenía reservado el doble castigo de un revés electoral inesperado y nueva recaída de una dolencia cruel, que me arrastró dos veces a la sala de operaciones del Memorial Hospital, donde quedé postrado en una cama, privado de la capacidad de auto alimentarme, sin posibilidad aparente de rescate por parte del progreso técnico de la ciencia médica, esperando en sólo semanas el desenlace inevitable de la muerte? 

Este inesperado declive, desde la cumbre de la gloria y el poder político, a la 

indisposición física y a la enfermedad, encontró su desgraciada contrapartida en una dirección política enemiga y en una parte de la sociedad que en las últimas dos campañas electorales me cubrió de ignominia, tachándome de antipatriota, de vendido a los Estados Unidos, a Canadá, a Francia y a otras potencias industriales, de agente encubierto de la República de Haití, de sacerdote de vudú, de aliado del narcotráfico internacional, el sembrador del odio y de la división de la familia dominicana, y encima de todo eso, señores, no poco, me cubrieron de diatribas por el hecho de que el creador del universo pintó de negro, con el pincel maravilloso de sus manos, la cubierta de mi piel. 

 Adepto, como lo somos, a trasladar el léxico de la astronomía al lenguaje de 

la política, creía erróneamente, creí equivocadamente, bajo los efectos de los 

infortunios sufridos, que como la loma que tiene una cara luminosa, que refleja resplandores de la luz del sol, y una cara oculta que es asiento permanente de la sombra, asimismo el pueblo dominicano tenía una cara de luz, donde resplandecía la generosidad del amor, el bien y la fraternidad, y una cara oscura de odio y resentimiento, pero no las demostraciones de cariño que he recibido de toda las aceras de la política nacional, me han convencido que más que la Luna, el pueblo dominicano es como un sol, que si bien tiene algunas manchas, algunas manchas oscuras, es un astro mayor, encendido por una llamarada de luz. 

¡Cuánto amor, cuánta fe, cuánta fraternidad llegó a esa cama del Memorial Hospital! 

Estas terribles pruebas, que fueron como puñales que se me clavaron en el alma, unidas a las energías física y mental derrochadas y consumidas entre batallas electorales, por la comprobada estrecha asociación de la mente con el cuerpo físico, están entre las razones principales que me llevaron al borde de la tumba, desde donde me he levantado, entre otras razones, porque cuando la ciencia médica perdió confianza en mi recuperación, todo el pueblo dominicano, partidarios y adversarios, amigos y enemigos, unieron sus voluntades ante los altares y en las calles, en los hogares, en el refugio solitario de sus propias conciencias, para rogarle fervorosamente a Dios que me preservara la vida… y Dios las escuchó. 

¡Una nación generosa! 

No hay ningún poder sobre la tierra mayor que el de la oración o el de la voluntad humana concentrada hacia la consecución de un fin. 

Eso fue lo que hizo esta nación generosa. 

¡Cuántos obispos, cuántos sacerdotes, como Emiliano Tardif, el Padre Luis Gómez, los Terciarios capuchinos, encabezados por Máximo Rodríguez, por mi inolvidable amigo el Padre Vargas, de La Vega; pastores y fieles de todas las creencias, rezaron por nosotros, tanto aquí como en los Estados Unidos, y lo hicieron hasta sacerdotes de la religión hindú, en la lejana tierra de la India, allá en el Sur, en una pequeña Iglesia, en una ciudad llamada Urupy! 

¡Hasta en sánscrito han orado durante seis meses por la recuperación de quien tiene el honor de dirigirle la palabra! 

No olvidaré la solidaridad de una nutrida representación de los síndicos del país; la de los máximos dirigentes de los partidos hermanos del Acuerdo de Santo Domingo, del MIUCA, del PTD; de las organizaciones populares y comunitarias que me entregaron un pergamino por conducto del Doctor José Antonio Cruz Jiminián. Tampoco olvidaré la carta afectuosa de este viejo compañero de lucha, que no pudo viajar a los Estados Unidos, Narciso Isa Conde. 

Conmigo, en todo momento, estuvieron en mi cabecera los altos, medianos y 

dirigentes de base del Partido Revolucionario Dominicano; estuvieron todos mis amigos del Acuerdo de Santo Domingo, encabezado por Fernando Álvarez Bogaert, Rafael Corporán de los Santos. 

Cuando abrí los ojos, después de la operación, estaban ahí, a mi lado, los leales dirigentes de las seccionales del exterior, encabezados por Rafael Trinidad y Pérez Valdés; de Miami, de Nueva Jersey, de Nueva Inglaterra o de Puerto Rico, cuyo representante se encuentra, en estos momentos junto a nosotros; y de incontables ciudadanos que noche y día velaron, junto a mi habitación, mis horas de insomnio, y acudieron a transmitirme el bálsamo de su consolación, viajando, a veces, desde considerables distancias, dentro y fuera de los Estados Unidos, sólo para regalarme un apretón de manos y reforzar mi fe.

Inconmensurable fue la solidaridad de mis amigos empresarios, que han estado a mi lado constantemente y girándome visitas y haciéndose cargo, espontáneamente, del alto costo de mi asistencia médica, con desinterés y fraternidad. No se trata solamente de la transportación aérea que me facilitaron para estar presente en los mejores hospitales de Santo Domingo y también de Venezuela y de los Estados Unidos. 

No se trata de la ayuda material que me prestaron, sino de su presencia constante, señores. Y es que el amor y la amistad valen mucho más que el dinero. 

La reconciliación equivale a la reanudación del amor, del perdón recíproco, y esa es la palabra que mayor refleja la tranquilidad de los espíritus y la derrota del stress, ese término extraño causante de las enfermedades modernas que se han convertido en flagelo de la humanidad, especialmente de políticos y empresarios. El estrés mató a Willy Brandt. El estrés mató a Miterrand. El estrés mató a Guillermo Ungo. El estrés mató a Lidia Smith. El estrés mató a John Smith. El estrés mató a Paco Fernández Ordóñez. El estrés mató a Maiker Man. El estrés mató a Joter Nois. El estrés ha matado, señores, a los líderes más importantes en el campo internacional y en el campo nacional. 

Se llevó a dos vicepresidentes del PRD, Manuel Fernández Mármol y Jacobo Majluta. 

Yo soy un superviviente. Porque no me rindo. Porque tengo una voluntad de hierro, y recorrí la India de extremo a extremo, la República Popular China, de extremo a extremo, recibí los cuidados de la medicina norteamericana, la medicina convencional de este gran país, pero también la medicina alternativa, y ese esfuerzo conjunto ha hecho posible, junto a la voluntad de Dios, que hay que ponerlo primero que nada, que yo esté con ustedes esta tarde. 

Una visita de mi viejo maestro, el profesor Juan Bosch, de cuyos labios volví a escuchar con satisfacción la palabra hijo, una palabra que él pronunciaba con fruición cuando le hablaba a Patricio y a León, y al tercero que se la aplicaba era a mí. Y ese día, cuando no podía tragar, ni comer, ni beber, él me dijo hijo. Y esa fue una medicina sanadora para mí, y un gesto que acortó distancias entre dos fuerzas políticas humanas convertidas en enemigas. 

Una loable visita, tanto en Nueva York, como en Miami, fue la del Presidente Leonel Fernández, y su reiterada oferta de solidaridad en mi favor personal y el de mi familia, y le agradezco, como si en otra circunstancia hubiera tenido que recibirla, tanto en esos encuentros como en otros tres que celebramos, aquí en el país, el año pasado. Hemos establecido un vínculo de mutuo respeto y de amistad. 

Después de las gracias a Dios, mi supervivencia se ha debido a la medicina convencional y tradicional, y a la dedicación abnegada de mis médicos, entre los que tengo que nombrar a los eminentes doctores Murray y Brenann, Moche-Shei, Martin Carpey, de Telor Harper y Center, y a los otros médicos que constantemente me han administrado mi tratamiento.

Tengo que nombrar al doctor Alfredo Kauffmann, que ha sido mi médico personal durante muchos años, y que me acompañó de Caracas a Nueva York; al doctor Rafael Lantigua, recién designado catedrático de la Universidad de Columbia. 

También tengo que mencionar al doctor Irving Franco, del Cleveland Foundation Center, a la diligente y solidaria doctora Norma Pestano, por su dedicación ferviente, junto al físico venezolano doctor Alberto Milano la Roca y su familia, por su tratamiento de medicina natural, y junto a ellos no puedo omitir el nombre del doctor Francisco Pajarilla Bono, que viajó intensamente, junto a nosotros, por el Asia, los Estados Unidos y Venezuela; el doctor Frank Joseph Thomen, el doctor William Jana Tactuck, el doctor Rhadamés Rodríguez (Rodrigón), el doctor Alberto Santana, la licenciada Carmen Prestinares, la doctora Gladys Madera, el doctor Reix, el doctor Salvador Armengol. Culmino las menciones de mi asistencia médica con el nombre del distinguido profesor de la Universidad de Miami, el cirujano del Jackson Memorial Hospital, doctor Rafael Antún Batlle, quien al margen del partidismo político, ha sido una de mis más consecuentes ayudas, pero, por encima de todo, tengo que valorar la inmensa capacidad de abnegación, amor y dedicación de mi esposa, quien junto a mis hijos, fueron el mayor soporte contra la adversidad. 

Compañeros: 

Tengo que mencionar a Carlos Andrés Pérez, que estuvo a mi lado noche y día; a Rubén Berríos; al Comandante Tomás Borge, que no pudo venir, porque ayer y hoy se está celebrando en Nicaragua el aniversario de su Revolución, el 19 de julio. Tomás Borge, que es poeta, es ateo; y yo no sé si sigue siendo comunista todavía, pero es un revolucionario duro, porque me dijo que él no creía en Dios, pero me dijo: 

“Peña Gómez, si te levantas de esta cama y vuelves a comer, y te vuelves a dirigir a tu pueblo, juro que voy a creer en Dios”. 

Me dijo que les dijera lo siguiente: que no podía venir, porque era el encargado de organizar la gran manifestación del Frente Sandinista, pero que en dos semanas viene conmigo, porque se va a arrodillar en la Iglesia de Las Mercedes, para darle gracias a Dios por mi recuperación. 

Tengo que darle gracias a la República Popular de China, a Taiwán, al pueblo 

norteamericano, por todo el apoyo recibido; a la Embajada de Estados Unidos, por haberle expedido visas a todos mis familiares y a todos los dirigentes del PRD y a todos mis amigos que fueron a visitarme. Agradecemos, igualmente, las ofertas de ayuda del Comandante Fidel Castro, de la República de Cuba. 

Para no alentar falsas expectativas, ahora ya terminaron las gracias. 

Ahora voy a hablar como líder. 

Para no alentar falsas expectativas, ni engendrar sospechas, ni frustraciones, ni en mis amigos, ni en mis adversarios, confieso, con la franqueza que me caracteriza, que conforme a mis últimos exámenes en el Memorial Hospital, mi salud ha mejorado, pero que aún no estoy curado; que el mal se ha detenido y desactivado, pero no ha desaparecido; que se ha mantenido confinado y controlado y milagrosamente no se ha extendido a ningún órgano vital. Estamos en situación de convalecencia, sujetos a controles médicos periódicos. Por consiguiente, tranquilito. 

Fello Suberví o Hipólito Mejía: ¿Cuál de los dos quieren? 

Vamos a ver, a cuál de los dos quieren: a Fello o a Hipólito. ¿A cuál? 

Compañeros: 

Estamos en situación de convalecencia, sujetos a controles médicos periódicos. Por consiguiente, oigan bien: no vengo a disputarle la Presidencia a ningún adversario, ni a interponerme en el camino de las otras aspiraciones presidenciales de ningún amigo. 

Compañeros: no vengo ni siquiera a asumir la jefatura directa y cotidiana del PRD y del Acuerdo de Santo Domingo, que permanecerán inalterables. 

Por ahora, vengo sólo a ofrendar la fuerza física y mental que yo pueda dar a favor de la democracia y de una renovación verdadera del Partido Revolucionario. 

Más que como líder de un gran partido, vengo a ponerme a disposición de ustedes, del país, como un soldado raso defensor de las libertades democráticas del pueblo dominicano. 

Han transcurrido diez meses desde que abandoné la República Dominicana, ausencia interrumpida sólo por unos cuántos días. Este es el tiempo del ejercicio del poder del Presidente Leonel Fernández y del gobierno del Partido de la Liberación Dominicana. En la inauguración, el nuevo gobierno suscitó un cúmulo de expectativas y esperanzas, porque el pueblo soñó que de lo que se trataba era de una profunda transformación del Estado, de la economía, de la sociedad y de una verdadera revolución social, prevalido de la puntillosa proclamación de su propia honestidad. 

El pueblo dominicano esperaba del PLD un gobierno invulnerable a la corrupción, al nepotismo mayor y menor. Confiaba en la coherencia de la administración de un partido que había exhibido una disciplina de acero desde las filas de la oposición. 

Esperaba una convocatoria masiva a la juventud, a las mujeres, en una cruzada sagrada contra la incultura, el analfabetismo, la defensa del medio ambiente y contra viejas y nuevas enfermedades mortales que diezman a la población. 

Señores: en la campaña electoral, yo creo que el intercambio mayor de ataques que se ventiló entre el Doctor Leonel Fernández y un servidor, fue el tema de la corrupción. Yo decía que había que atacar la corrupción, pero él lo convirtió en un ritornelo, y decía que iba a atacar la corrupción pasada, la presente y la futura. 

Señores: hay que tener cuidado con las promesas, porque solamente han pasado diez meses, y estuve leyendo el documento del Doctor Hugo Tolentino Dipp, y es evidente que no sé si era Franklin Almeyda o quién era que lo decía, que el país se dividía en dos clases de ciudadanos: los peledeístas y los demás dominicanos. 

Señores: todos los dominicanos somos virtuosos, y también pecadores. De manera, pues, que yo quería decir que el pueblo dominicano esperaba la ejecución de una política económica que multiplicara el empleo, el entrenamiento laboral, la producción, la diversificación agrícola y la modernización industrial. 

El pueblo esperaba funcionarios austeros y modestos, que no sustituyeran los 

famosos chalecos baratos. Cuando nosotros ganamos el poder, los perredeístas, para demostrar su nuevo estatus, andaban todos con chalecos. 

¿Tú te recuerdas, Salvador, que andaban todos enchalecados? Pero eran unos 

chalecos baratos, los de los funcionarios perredeístas de los gobiernos de Antonio Guzmán y de Salvador Jorge Blanco. Ahora esos chalequitos han sido sustituidos por un lujo infinitamente más caro: las yipetas de último modelo, de los altos ejecutivos del Partido de la Liberación Dominicana. 

El gobierno del Presidente Leonel Fernández ciertamente que no ha llenado las expectativas, y eso explica el descontento de la población. Pero en abono de su gestión personal, tenemos que admitir que su actuación, encuadrada dentro de los moldes tradicionales, ha sido aceptable, y en algunos casos hasta satisfactoria, como es el de las relaciones internacionales, campo en el que tenemos que reconocerle la mejor de sus ejecutorias, porque es el primer Presidente que ha hecho un verdadero esfuerzo por sacar la República Dominicana del aislamiento regional e incorporarla a los esquemas de integración del CARICOM, representado por los países del Caribe, y el Mercado Común de Centroamérica.

Para ser justos y objetivos en el enjuiciamiento de esta administración, no hemos reseñado sobre la misma en dos documentos imparciales como lo fueron los dos discursos recientemente pronunciados por el ciudadano Presidente de la República, y el informe del primer trimestre de las actividades económicas de la nación, publicadas por el Banco Central. 

Se desprende que el ciudadano Presidente de la República, dentro de las normas de acción del Estado. La gestión del PLD ha tenido una feria de medidas que se pueden citar como benéficas para algunos sectores de la población, entre las cuales podemos citar el aumento del salario de los empleados públicos, de los profesores, de los médicos y enfermeras, de los jueces y del personal judicial, de los profesionales agrícolas, los oficiales y clases de la Policía Nacional, y las Fuerzas Armadas, de los jubilados de la administración pública. 

Esta medida, sin embargo, se desnaturalizó, con el desproporcionado aumento de los sueldos de los altos funcionarios del Estado y la proliferación desbocada, ilegal, de subsecretarios,que no están en capacidad de prestar ningún servicio productivo a la nación, pero que consumen una alta proporción del gasto corriente, en perjuicio de la inversión que desesperadamente necesita el país para resolver sus problemas fundamentales. 

Yo creo que fue Bienvenido Álvarez Vega, un periodista que respeto mucho, que decía que la medida del Presidente Leonel Fernández había sido justiciera. Pero yo no estoy de acuerdo con él, porque lo que sucede es lo siguiente: el gasto corriente se ha duplicado, y no solamente porque aumentaron los sueldos a los altos funcionarios del Estado, sino porque este partido que tanto nos acusó de que éramos unos adoradores de los puestos públicos y del dinero, ha nombrado su Comité Central completo en el gabinete, con un derroche de secretarios y subsecretarios con sueldos lujosos. 

Salvador Jorge Blanco: tú que fuiste Presidente de la República. ¿Cuántos 

subsecretarios de la Presidencia tenías tú? Tenías dos. Antonio Guzmán: ¿cuántos subsecretarios de la Presidencia tenía? Tenía dos: Sonia Guzmán de Hernández y el también compañero Lorenzo Sánchez Baret. Ahora, señores, los subsecretarios se cuentan por decenas. Así, ¿cómo se pueden resolver los problemas de la nación? 

Los aumentos de los sueldos de los funcionarios medios y altos debían hacerse de manera escalonada y gradual, ya que casi todos los gobiernos nacionales han tenido que elevar los salarios dos y tres veces en un solo mandato, y el Doctor Fernández lo tendrá que hacer otra vez en el curso de estos cuatro años. 

Las consecuencias de esta negativa medida comenzarán a hacerse sentir 

próximamente, cuando, con toda razón y derecho, los empleados privados exijan en su favor idéntica conquista, hecho que va a desatar los demonios de la inflación, y más aún, si como lo ha hecho el Estado, la empresa privada debe otorgar el doble sueldo completo a todas las escalas salariales. 

Yo quiero que me digan, ¿de qué manera un empresario privado puede pagar un doble sueldo de 60,000 pesos, un doble sueldo de 50,000 pesos o un doble sueldo de 100,000 pesos, como lo gana el Presidente de la República? 

Señores: esto es sumamente peligroso para el funcionamiento de las Zonas Francas y del Turismo, fundamentados sobre la baratura del mercado de trabajo. Se verán seriamente perturbados por la competencia irresistible de naciones como México, Costa Rica y Cuba y las naciones del Caribe Este gobierno, en verdad, está construyendo y pintando escuelas con recursos nacionales e internacionales; está construyendo hospitales y clínicas; está ejecutando, según el Presidente, doscientos proyectos habitacionales, ha aumentado las raciones del desayuno escolar, ha nombrado más de seis mil maestros, aunque hay que decir que en muchos casos se trata de sustituciones injustas, de traslados antojadizos, jubilaciones anticipadas, para facilitar la “peledizacion” de la enseñanza, como bien lo ha denunciado la ADP. 

Pero no podemos negar que la entrega gratuita de efectos escolares sea una medida positiva, al igual que la instalación de bibliotecas en escuelas y liceos. El gobierno del Doctor Fernández ha mantenido el equilibrio de la macroeconomía, ha mantenido la inflación controlada, tasas activas y pasivas, en el sistema bancario, moderadas, por no decir reducidas; ha mantenido la tasa de cambio a nivel de 14.25, después de la unificación cambiaria. 

Esta medida, junto a otras futuras, como la aprobación del Código Monetario y Financiero, la Reforma Arancelaria, la revisión de la Ley de Energía, la Ley de reintegro de las exportaciones, la recientemente aprobada Ley de la empresa pública, están destinadas a consolidar la estabilidad macroeconómica. 

Pero eso no es suficiente. Eso no basta. Ningún país de América Latina lo ha logrado.Con la ejecución de esta reforma mejorará el empleo, se produce una disminución de la brecha entre pobres y ricos. Pero muy pocos han podido reducir significativamente la pobreza, o aumentar el crecimiento económico a nivel de los países del sudeste asiático, que supera en cuatro puntos porcentuales la velocidad del crecimiento de América Latina. 

Señores: yo acabo de regresar de la República Argentina, donde se ha aplicado a cabalidad el modelo neoliberal. Se han vendido las empresas, se ha privatizado la energía eléctrica, las presas se están vendiendo, las compañías estatales de correo se han privatizado, las carreteras, los muelles, los aeropuertos. 

Queda poca cosa que vender en Argentina. 

Sin embargo, señores, aunque este país es el que mayor confianza le inspira a la inversión privada internacional, este país tiene en este momento un persistente 17% de desempleo. 

El Presidente de la República expresó que su gobierno realiza, al mismo tiempo, a todo lo largo y ancho del país, más de dos mil obras, y yo me preguntaba: ¿cuáles del Doctor Balaguer, y cuáles del Doctor Leonel Fernández? 

El Doctor Balaguer decía: “Mi programa son las obras”. 

Y yo tenía miedo de prometer, porque cada vez que yo prometía, él comenzaba la obra. Cuando dije en Higüey que iba a construir la carretera Duarte, inmediatamente ordenó que se construyera la carretera Duarte, y comenzó a construir obras en toda la República para tratar de llevar al Doctor Leonel Fernández al poder. 

Y ahora, el Doctor Fernández ha iniciado una gran cantidad de pequeñas obras, pero todos sabemos que la inversión pública ha disminuido, que se ha reducido de un 50% a aproximadamente un 37% del Presupuesto. Entonces hemos llegado a la conclusión, después de consultar a algunos ingenieros, que por lo menos el 50% de las obras anteriores están paralizadas, que las cubicaciones se están pagando hasta con tres meses de retraso. 

Y esa es una de las causas del descontento de la población. 

El sector en el que un mayor dinamismo exhibe el gobierno es el de las pequeñas obras contratadas de grado a grado, y esto, por la severidad con que viene actuando en este campo, como se puede apreciar. 

Esta administración se ha limitado, a adoptar medidas de gobierno superficiales o tradicionales, y en muy pocos casos se dispuso a atacar a fondo los males ancestrales de la nación. Por métodos muy ortodoxos, el gobierno se ha limitado a administrarle aspirinas para mejorar a un enfermo grave, cuando lo cierto es que lo que la República necesita es una cirugía mayor. Cuando el Jefe del Estado nos dice que se han nombrado seis mil maestros, edifica y remodela tres mil cuatrocientas escuelas, está pretendiendo resolver el problema de la Educación de un país que tiene más de un 20% de su población analfabeta, es decir más de un millón de personas que no saben leer ni escribir. 

Este problema de la falta de Educación, señores, no se va a resolver por la donación de cuatro millones de dólares —no sé si les habré nombrado — del Gobierno Español a favor de la Alfabetización Nacional. 

Yo, que soy maestro de profesión, les aseguro que ese mal endémico de la nación solamente puede resolverse con un liderazgo vigoroso, que convoque a la movilización a los estudiantes universitarios, a los estudiantes de la enseñanza media, a la Administración Pública, a los partidos políticos, a las iglesias, y convierta en una escuela a toda la República Dominicana. 

La diferencia fundamental entre el crecimiento de los pueblos del Este de Asia y los de América Latina radica en una cosa: cuando fui a Taiwán, encontré que el 95% de los ciudadanos de ese país saben leer y escribir. Cuando fui a Corea, encontré que el 97% de su población sabe leer y escribir. El nivel de escolaridad de los pueblos del Sudeste Asiático supera en dos años el de la América Latina, y en el caso de la República Dominicana es mucho más. Para cerrar esta brecha necesitamos una cruzada nacional a favor de la enseñanza vocacional y técnica, de entrenamiento laboral, que convierta las fábricas, los templos, los clubes, en escuelas, mediante una convocatoria nacional, en la cual está dispuesto a participar el Partido Revolucionario Dominicano. 

Nosotros lo venimos haciendo en pequeña escala en el Partido Revolucionario Dominicano, con la labor de las mujeres del Partido, bajo la jefatura de Peggy, más cuatrocientos maestros, desde hace ocho años, impartiendo enseñanza gratuita, y hemos graduado más de 40 mil dominicanos. 

Lo venimos haciendo desde cuando yo era Síndico y anuncié en mi programa de gobierno la creación de ADEMI, con Camilo Lluberes, y se reunieron ciento treinta mil pesos. Señores: hay una cartera de préstamo de 400 millones de pesos, y ADEMI ha creado más de 150 mil empleos. Camilo no me menciona, pero fue con el apoyo mío que él estableció la organización de la microempresa. 

El Presidente Balaguer construyó la imponente Plaza de la Salud, y ahora tiene dificultad para autofinanciarla, y el Presidente Fernández, con los fondos de Lomé y de su propio gobierno construye hospitales y clínicas, pero la salud del pueblo es dramática y vergonzosa, y no se resolverá con políticas ortodoxas. Recientemente leí, con mucha pena, que el periódico The Miami Herald decía que la República Dominicana era el cuarto país en SIDA. Decía que 300 mil dominicanos están infectados con SIDA, que son 300 mil, señores, 300 mil dominicanos infectados de SIDA. 

¿Y cuál es el presupuesto para combatir ese flagelo? 

Esta es una pandemia, señores, este es un problema grave, gravísimo, que demanda una movilización nacional, la ruptura con el burocratismo, que requiere que el Presidente ordene una salida masiva de los médicos y enfermeras hacia los bateyes, que nos llame a nosotros y a los Reformistas y a todos los partidos con sus profesionales, bata al hombro, para aplicar una política de prevención, para atajar este mal antes de que nos convirtamos en el primer país con SIDA en América Latina. 

Señores: yo recuerdo las discusiones con el técnico chileno que dirigía las encuestas del Partido Revolucionario Dominicano en la campaña electoral. Resultaba que en todas las encuestas Leonel Fernández aventajaba a Peña Gómez, con el apoyo de la juventud y de las mujeres, y no había forma de que nosotros pudiéramos superar la intención de votos de las mujeres y de los estrados altos de la juventud a favor de Leonel. 

Pero, ¡cómo ha cambiado la cosa! 

La derrota sufrida por el Partido de la Liberación Dominicana en las elecciones de la Universidad fue la primera señal, y ¡qué vergüenza! 

¡Qué vergüenza, señores!, los observo con pena. 

Leí en la primera página del Miami Herald que la República Dominicana se disputa el tercer lugar, ¡óiganlo bien!, entre las naciones exportadoras de trabajadoras sexuales — para usar un término suave — del mundo. 

Hay mujeres dominicanas vendiendo su cuerpo en Haití, en Curazao, en Aruba, en las vitrinas de Holanda, en Italia, en Suiza, en España, en Grecia. Yo vengo de la Argentina, y allá están llegando centenares de mujeres. 

Están como semiesclavas. Los contratantes de ese tráfico internacional les quitan el pasaporte y las obligan a hacer el amor con tres y cuatro hombres cada día, hasta que pagan sus pasajes, cuando no las deportan desde el mismo aeropuerto. 

Lo que está pasando en la República Dominicana es que las mujeres no tienen horizonte, que no hay programas de entrenamiento laboral, que no hay programas de protección para la formación profesional de la mujer, que no hay empleo, y las mujeres, desesperadas, abandonan el territorio nacional, acompañando a cualquier aventurero. 

Hay algunas que tienen la fortuna de sacarse la lotería, casándose con algún italiano, o español rico. Pero lo que necesita nuestro país es que las mujeres pobres se saquen la lotería, todas, en una campaña nacional, del gobierno con nosotros, para acabar ese mal, para meter a la cárcel a los tratantes de blancas y para cultivar el talento de la mujer. 

Lo que necesita la nación es una concertación nacional e internacional, para combatir esos flagelos. Lo que necesita el país para combatir la droga y la delincuencia es hacer, lo que en pequeño hace el Partido Revolucionario Dominicano, a nivel nacional, en cada comunidad. Nosotros estamos trabajando en las cárceles. 

El gobierno debe convocar a los partidos, a las Iglesias, a las universidades, para que, como lo queremos hacer nosotros, trabajemos con las reclusas. Más que la represión, necesitamos convertir las cárceles en centros de reeducación de los reclusos y para eso se requiere una voluntad de concentración. 

Señores: el país experimentó en el curso de este año una grave sequía que ocasionó un enorme contratiempo a la ganadería, a la agropecuaria y la producción, y requirióque el país se declarara en emergencia, pero vamos a tener que declararnos en emergencia en cada Cuaresma. 

¿Y a qué se debe? 

Se debe a que hemos agotado nuestros recursos naturales. 

Se debe a que nuestros ríos se están agotando. 

Se debe a que nuestros bosques se están explotando misericordiosamente. 

Se debe al agotamiento de nuestros cursos de agua, de nuestros lagos y de nuestras lagunas. Yo, como Síndico, sembré las avenidas de la capital. Balaguer construyó el Parque Mirador del Sur, el Parque Mirador del Este y el Parque Mirador del Norte. Salvamos el entorno urbano de Santo Domingo. 

Por ahí está el río Mana, ahí está el río Buey, ahí está el río Isa, ahí está el río Nizao, que alimenta el acueducto de Santo Domingo, y se están secando. No les quedan 10 años de vida. Señores: se necesita una movilización nacional de los estudiantes de la secundaria, de los partidos, de las Iglesias, de los empresarios, de todos los dominicanos de buena voluntad, para sembrar de cabo a rabo la República Dominicana. Necesitamos una concertación para combatir los males nacionales, arriba y abajo. 

Se han producido 29 huelgas en el país en los últimos días. El Presidente ha acusado 

al Partido Revolucionario Dominicano de ser responsable de estas huelgas. Hatuey Decamps me lo dijo, que el Presidente así se lo había hecho saber, y varios funcionarios así lo han expresado. 

Señores: si fuera el PRD el que estuviera haciendo esas huelgas, las cosas fueran diferentes. Lo que pasa es que el pueblo está descontento, porque se le hicieron promesas desmesuradas. 

Yo recuerdo que estando en San Francisco de Macorís en un evento del CODIA de esa localidad, me dijeron: el Presidente Leonel Fernández y Jacinto Peynado vinieron aquí y prometieron la construcción del Aeropuerto de Hatillo, y yo les dije: señores, yo no me puedo comprometer a eso. No, que ellos lo prometieron, usted va a perder el voto de Macorís. Digo no. Yo no puedo construir ese aeropuerto. Hay que construir un aeropuerto en el Cibao, y eso hay que estudiarlo, para ver donde se puede construir. 

Pero el Presidente Leonel Fernández lo prometió, y le hicieron una huelga 

reclamando el dichoso aeropuerto. Leonel Fernández prometió cambiarles a los campesinos las tinajas por neveras. Una promesa demagógica, porque el 37 % de la población no tiene energía. Pero la gente lo cogió en serio, esperando su “neveruana”, y ¿dónde están las neveras, dónde están? 

Y después prometió que iba a convertir la República en un Nueva York. Dicen que a lo mejor lo hace, y están esperando el Nueva York. 

Yo me recuerdo que Fausto, el presidente de la juventud, me dijo: compañero Peña Gómez, estoy preocupado. Leonel Fernández está recorriendo todas esas oficinas del gobierno y le está prometiendo a los reformistas que no va a cancelar a ninguno, que todos se van a quedar. 

Digo: ¿cómo? Dice, sí, y lo leí en el periódico. Y ustedes lo saben, los reformistas: no se va nadie. Todo el mundo se queda. Y yo le dije: mira, Fausto, cuando yo fui Síndico, yo les di contratos y empleos a muchos reformistas, pero hoy yo no puedo prometer eso. ¿Y dónde yo voy a meter a los perredeístas? 

Y me dijo: compañero, vas a perder 200 mil votos. Digo: pues, que se pierdan. Recuérdate que cuando despedí la campaña como Síndico dije lo siguiente: El que crea que porque vote por mí va a tener un empleo en el Ayuntamiento, que no vote. 

Y ahí está. Votaron las botellitas y los botellones del Partido Reformista, y los reformistas están bravos por eso, están aquí, están aquí por eso, ¿y por qué es que están bravos? Mira a Macorís como se ríe. ¡Cómo se ríe Macorís! 

Sí, la juventud está brava, y esto no es cuestión del PRD. Aquí ha surgido un nuevo liderazgo, un liderazgo en la base de la sociedad, un liderazgo de los chiquitos, un liderazgo de las Juntas de Vecinos, de las organizaciones populares, un liderazgo queestá por encima del de Balaguer, del de Juan Bosch, del de Leonel Fernández y del mío. 

Y si yo les digo: no hagan huelga — no lo voy a decir —, porque talvez me hacen una mañana. 

Entonces, señores, aquí lo que se requiere es un cambio de política y de políticos, una nueva política económica y una concertación arriba y abajo, y yo vengo a decirlo aquí: yo no deseo el fracaso de Leonel Fernández, yo no deseo el fracaso de este gobierno, porque nosotros tenemos una corresponsabilidad. 

El Partido Reformista y el PRD controlan el Congreso Nacional, y yo tengo que decirlo con toda franqueza: el Congreso tampoco ha hecho una labor extraordinaria, tampoco lo ha hecho. Ha hecho una labor aceptable, pero no lo ha hecho. Y el gobierno está constituido por tres poderes. 

Entonces, lo que el país necesita es una concertación. El Doctor Fernández dijo que había hecho un llamado a la concertación y que no se le había escuchado, y eso no es verdad. Lo primero que yo hice fue mandarle una 

carta, poniéndome a su disposición, y yo proclamo desde esta tribuna, como el líder máximo del Partido Revolucionario Dominicano, que respondo afirmativamente a ese llamado, que estoy dispuesto a patrocinar dentro del PRD una concertación que vaya más allá de lospartidos, porque no es verdad que sólo somos nosotros los políticos los que mandamos en este país. 

Aquí ha surgido un liderazgo colegiado en los 30 años de la democracia dominicana. Hay líderes dentro de los empresarios, dentro de los estudiantes; hay líderes en la Iglesia Católica; hay líderes dentro de los evangélicos; hay líderes entre los profesionales, los trabajadores, los empresarios agrícolas; hay líderes en la juventud, y todos juntos tenemos que resolver los problemas nacionales en una concertación que abarque ese Consejo de Organizaciones Populares y a los compañeros de las juntas de vecinos. 

Presidente Leonel Fernández: sí, señor. Yo respondo afirmativamente a su 

llamamiento, y a lo que dijo el Doctor Balaguer, de que prefería un Frente Patriótico a un Frente Nacional. 

No esperemos las elecciones, no esperemos esas elecciones. Se está hablando de las elecciones, pero ¿de qué es que se está hablando? De puestos de Sindicatura, de Senaduría. Nadie está hablando de los problemas nacionales. Y veo que a nivel de los partidos mayoritarios, de lo que se está hablando es de alianzas. Todo el mundo quiere alianza. Pero ¿alianza para qué? Los reformistas y los perredeístas hicieron una alianza que no alcanzó ni siquiera al 16 de agosto del año pasado, y yo no las descarto. Las alianzas yo no las descarto, pero imaginémonos que nos aliamos al PLD o al Partido Reformista. Nos vamos a aliar para buscar cargos, pero el día 17 de agosto comienzan aquí la campaña por la Presidencia de la República, y los partidos, cada uno, van a luchar por alcanzar el poder, y no va a haber ninguna mayoría congresional sólida para sustentar ningún gobierno. 

Entonces, yo creo en una concertación que vaya mucho más allá, no mañana, sino ahora, porque los problemas de este país no pueden esperar; el desempleo no puede esperar; la no satisfacción, no puede esperar; la prostitución, no puede esperar. 

Yo le respondo al Presidente Leonel Fernández que estamos dispuestos a una 

concertación para revisar la Ley de Electricidad, para la designación de la Junta Central Electoral, para la reforma arancelaria, que se podría hacer, perode manera compensatoria, que no perjudique ni a la agropecuaria ni tampoco a la producción industrial. 

Que estamos de acuerdo con una ley que permita la emisión de bonos para pagar la deuda de los ahorristas que quedaron con sus fondos bloqueados en los bancos feriados, que estamos dispuestos a una concertación para la aprobación del Código Monetario y Financiero, que inexplicablemente sigue varado en la Cámara de Diputados. 

Que estamos dispuestos a una concertación para la aprobación de la Ley Electoral. Que estamos dispuestos a una concertación para asegurarle por lo menos el 25% de todos los cargos, en la administración pública y en el Congreso Nacional, a las mujeres. ¡Y que se atreva alguien a decir que no está de acuerdo! Que estamos dispuestos a aprobar, en una discusión, la Ley de reintegro del pago de los impuestos a las exportaciones. 

Que estamos dispuestos a patrocinar, por el gobierno, una campaña de 

alfabetización nacional. Estamos dispuestos, pero al mismo tiempo declaro que no tenemos que esperar a las elecciones del año que viene. 

Miren, aquí están todos los que están aspirando a síndico por el PRD; ahí están toditos. Yo quiero que algunos de ellos nos respondan, con sinceridad, si es verdad que ellos van a resolver solamente con una sala de regidores salida de nuestras bases.

Esa es la base de sustentación, pero se requiere de una reforma municipal que derogue la Ley Municipal del año de 1952, de Trujillo, y que cree un Consejo Municipal, y que al lado del regidor, pueda participar, como consejero, un líder empresarial, el cura, que es líder en su barrio; el pastor evangélico, una representación de la clase obrera, de la Junta de Vecinos, de los técnicos, de los ingenieros. 

Eso fue lo que yo hice como Síndico, cuando llamé a Antonio Najri, presidente del Consejo de Hombres de Empresas, para que trabajara conmigo en algunas pequeñas obras. Nada más. 

Una parte de ese dinero se tiene que consagrar a la educación, a la alfabetización, a la cultura, al esparcimiento, en escuelas de baile, escuelas de locutores, de canto, academias de música, consultorios médicos, campaña de reforestación. 

Y se lo digo a Leonel Fernández: los síndicos del PRD están dispuestos, porque yo mando mi partido. Están dispuestos a juntarse con los del Partido Reformista, a juntarse con los directores de las escuelas, y vamos, yo los desafío: vamos a sembrar la República Dominicana, vamos a alfabetizar el país, vamos a resolver los problemas de la nación con amor, con mancomunidad, en vez de la confrontación, por medio de la emulación patriótica. 

Ese es el llamamiento que yo hago con amor y con fe a todo el pueblo dominicano. Voy a concluir. Voy a concluir diciendo: necesitamos modificar el actual modelo de gobierno imperante en América Latina, que coloca en el centro de sus intereses la fuerza del mercado, por otro más humano, más justo y más equitativo, que vaya más allá de la defensa del mercado, para incluir también, como fuerza dirigente, la de la sociedad misma. 

Con el auxilio de Dios, el concurso de la ciencia médica, el amor de mi familia, sobre todo de los hombres y mujeres humildes de la patria, y mi voluntad de hierro, he regresado de pie. 

El moreno vino de pie. 

El hombre está parao, está parao. 

Con mi cuerpo menguado, pero con el ánimo y mi fe robustecidas, libre de 

ambiciones, sublimado por el padecimiento físico y moral, dispuesto a ofrendar mi resto de energía por la felicidad de la Patria. 

¡Dominicano del Sur! 

¡Dominicano del Norte! 

¡Dominicano del Este! 

¡Dominicano de la Línea! 

¡Dominicano de mi pueblo! 

¡Dominicano de Azua, la guardia imperial del Partido Revolucionario Dominicano! 

¡Dominicano de la Región Central! 

¡Perredeísta de la Región Oriental, uno y dos. De la Región Norte, de la Región del 

Sol, de la Oeste uno, y de la Oeste dos! 

¡Levanten las banderas! 

¡Qué grande, qué gigante! 

¡Mírenlo ahí! Ahí está llena la plaza, sin tener que cogerle prestada militancia de nadie. 

¡Mírenlo ahí: el partido más grande que ha producido la historia de la República Dominicana! 

¡Levanten las banderas! 

Y yo proclamo que recibo con amor el tributo de la presencia de los hermanos del Partido Reformista Social Cristiano, en el que tengo entrañables amigos, y les digo que la campaña de ahora tiene que ser diferente a las anteriores, porque yo no quiero que otro líder se enferme, como me enfermé yo, que hagamos una campaña civilizada, respetuosa, de emulación, de competencia civilizada. 

Muchas gracias a los compañeros que nos ayudaron para realizar esta manifestación. 

 Muchas gracias a la lealtad del Partido Revolucionario Dominicano, su Comisión Política, a los hermanos del Acuerdo de Santo Domingo. 

Muchas gracias a la Comisión de los Cinco.

Aquí está su moreno, con la piel, con la piel pintada de negro por las manos 

de Dios. Negro, y que aquí está. 

Dios me ha devuelto para completar mi obra, y yo estoy seguro que con la ayuda de ustedes volveremos a hacer volar sobre la cumbre más alta del Palacio Nacional la bandera blanca del Partido Revolucionario Dominicano. Pero, más que eso, pero más que eso. De lo que estoy seguro es que mediante la mancomunidad de las voluntades de los más altos líderes políticos de la nación, vamos a comenzar a resolver, no mañana, no pasado mañana, sino ahora, los grandes problemas de la nación. 

Muchas Gracias.

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